jueves

Siempre Llegando Tarde

Toda la vida pensando en lo mismo, creyendo que todo se conserva tal cual, que la vida seguiría por el mismo andar, que las razones por las cuales uno emprende un camino seguirían intactas y lo que uno aprende giraría entorno a eso, no se cambia ni se modifica.
Todo lo que creía acerca del amor, de la amistad, del sexo, de la mujer, del hombre, de la adolescencia, de la convivencia, de la pareja, del noviazgo, de los amantes, del matrimonio, de las mentiras, de las verdades, de la infidelidad, de la enfermedad, del cuerpo, de la locura, de la libertad, de lo humano, de la maldad, de la bondad, de los planes, de la tristeza, del mundo, de la muerte, de la vida, del desborde... es como si estuviera en contra de lo humanamente posible, que estuve tanto tiempo equivocada y ahora que quiero cambiarlo todo, me encuentro con asuntos tan profundos que chocan con todo, que no me permiten tan fácil el cambio... y que no sabría decir si pueda lograr.
Lo peor de todo es que me lo creí. 
Que no se puede volver atrás, que no se puede ir hacia adelante igual... que se tiene que cambiar para poder seguir. 
Hay que leer más, ver más, leer entre líneas, conocer más, vivir más, arriesgarse más, pensar más, rumiar menos, dar la cara, ver a los ojos, moverse más, sentirse más, caminar más, escuchar más, conversar más, amar más, hacer más, bailar más...
Aprender y aprender que el camino se transforma y con él, todo lo que puede traer.







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